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El abuso sexual está impulsado por el miedo, el silencio, la agresión y la corrupción. Estos factores crean las condiciones necesarias para que este grave delito suceda en cualquier grupo social y, en muchos casos, se cometa más de una vez.
La corrupción es uno de los aleados más poderosos del abuso por su capacidad de establecerse dentro de cualquier institución pública o privada, e implementar una cultura de silencio y miedo.
Gracias a varios movimientos como «Mee Too» (Yo también), hemos sido testigos de los terribles casos de abuso sexual, ocultos durante años por la corrupción de distintas industrias, gobiernos y otros sectores privados y públicos.
La corrupción es posible gracias al silencio, un factor que funciona con amenazas y miedo. Usualmente estas amenazas provienen de personas con poder o un rango superior que les favorece para encubrir el abuso y les provee las herramientas para que sus víctimas se vean afectados si denuncian.
En la mayoría de los casos, las víctimas no son las únicas que se mantienen calladas. La corrupción no podría sustentarse únicamente con las acciones de una persona, sino que depende de una red de individuos para encubrir delitos y evitar las consecuencias de la ley.
Por ejemplo, existen muchos casos de estudiantes universitarios que acusan a sus profesores de abuso sexual y las universidades encubren a los profesores para no «dañar su imagen». Lo mismo sucede en algunas empresas, en las cuales los empleados abusan de su rango para callar a sus víctimas, o en instituciones que se benefician económicamente del silencio.
Lastimosamente la corrupción también está presente en muchas instituciones gubernamentales que en lugar de velar por la justicia y el bienestar de las víctimas , encubren a los agresores a causa de amenazas o abuso de poder, o a cambio de bienes.
Por ejemplo, la corrupción por parte de las instituciones judiciales ha causado que miles de menores de edad en todo el mundo estén bajo la custodia de adultos abusadores.
En entornos corruptos, muchas personas están involucradas en la explotación y el abuso sexual de menores de edad o adultos, que pueden ser influenciados o sometidos a través de sobornos y amenazas.
El abuso de poder es común y los depredadores sexuales pueden aprovecharse de aquellos sobre quienes tienen autoridad.
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